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La Catedral y el Bazar

Linux es subversivo. ¿Quién habría pensado hace trece años (1991) que un sistema operativo de clase-mundial podría unirse como por arte de magia a partir del trabajo aficionado y parcial de miles de programadores dispersos por todo el planeta, conectados solamente por los filamentos tenues del Internet?

Linux volcó mucho de lo que se pensaba. Se había predicado durante años el evangelio Unix de herramientas pequeñas, de prototipos rápidos y de la programación evolutiva. Pero también creía que existía una cierta complejidad crítica por encima de la cual era preciso recurrir a un enfoque más centralizado y planificado desde el principio. Se creía que el software más importante (los sistemas operativos o las herramientas realmente grandes tales como Emacs) necesitaban ser construidas al modo de las catedrales, ser cuidadosamente ensamblados por magos o pequeñas bandas de hechiceros trabajando en un espléndido aislamiento, sin que hubiera lugar al lanzamiento de versiones de prueba antes de que hubiera llegado el momento.

El estilo de desarrollo de Linus Torvalds - lanzar versiones de prueba enseguida y a menudo, delegar cuanto sea posible, estar abierto hasta el punto de resultar promiscuo - resultó una verdadera sorpresa. Nada que ver con la silenciosa y reverente construcción de una catedral - la comunidad Linux, por contra, parecía semejarse a un gran bazar bullicioso con diferentes agendas y enfoques (adecuadamente reflejado por los depósitos de software Linux, que admitían contribuciones de cualquiera) del cual solo parecía posible que emergiera un sistema coherente y estable mediante una sucesión de milagros.

El hecho de que este estilo bazar parecía funcionar, y bien, produjo una auténtica conmoción y era difícil comprender porqué el mundo Linux no solo no se desmoronaba en medio de una colosal confusión sino que parecía ir de logro en logro a una velocidad difícil de imaginar para los constructores de catedrales.


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Cancerbero 2005-02-25